Estaba por comenzar el invierno, un vallado de tela verde dividió el patio de la Carrodilla en dos. El Caserón había quedado como queda un enfermo en la sala de operaciones separado por un biombo…
Y comenzaron el trabajo de restauración, el pino ciprés, erguido y señorial, contemplaba como podaban su compañera de tantos días soleados y noches de luna llena, su hermana Glicina, aferrada a los pies del histórico Caserón Solanilla, memoria viviente de una tierra poblada de varones y mujeres que supieron y saben hacer de este desierto mendocino, un oasis fruto del trabajo, el sol y el agua.
La glicina podada en tu totalidad adelantó el invierno, y fue preludio del comienzo de los trabajos que desnudaron el caserón, limpiando toda apariencia, como dejándose trabajar por la mano del alfarero, lo vimos desprovisto de todo, la ausencia del techo dejaba entrar el tibio sol de la mañana y albergaba la luna que se metía a pleno por la noches dando fuerza de esperanza a las paredes que se mantenía firmes como memoria viviente de una historia añosa.
La primavera no se hizo esperar, y esta Glicina abrazada a los pilares de la galería de planta baja queriendo gritar que no todo está perdido, hizo brotar dos flores en la parte más rugosa de su tronco, como diciendo, aquí vamos, comienzan a destellar los signos de lo que pronto ha de ser!
Y la mano del hombre, obreros artesanos cada uno en su oficio, comenzaron a hacer realidad parte del credo que dice:

“Creo en vos
Arquitecto, ingeniero
Artesano, carpintero
Albañil y armador
Creo en vos
Constructor de pensamiento
De la música y el viento
De la paz y del amor”

Y así fue que cada uno, cada una, como las “damas mendocina”, los gauchos, “los 60 granaderos” que cruzan los Andes y los fieles que donaron sus joya para coronar a la Reina de los Viñedo, haciendo un esfuerzo le pusimos “el hombro al caserón!”

La glicina marcaba el tiempo, cada vez más hojas, y tímidas flores que cantaban a la vida, a la esperanza, y el barro se adhería a las paredes, las maderas recobraban su natural color, puertas y ventanas se abrían para dar paso a la historia que se hacía presente en una abrir y cerrar de ojos.

El techo nos llevaba a la época de la colonia y la luz por la noche apresuraba el día esperado…
El primer signo que ya estaba dando a luz la obra restaurada fue el día que corrieron el telón verde que dividía el patio, el pino pudo darle la mano sin obstáculo al caserón traído al presente como nuevo, sin perder los signos del tiempo, 200 años de memoria mendocina, 200 años de corazones que se aferran a sus sueños, porque los verán hechos realidad.

El patio se cubrió de gente, los que vinieron a contemplar la obra terminada, en un gesto simbólico de corte de cinta, aplausos y un rico vino de honor atravesaron sin temor, a puertas abiertas y gozaron con los cinco sentidos, del caserón histórico de la Carrodilla.
“Un sueño hecho realidad”.

Carrodilla, amanecer del 18 de diciembre de 2011.
P. Tony omi



RECUERDOS DEL P. JOSÉ MARÍA GARMÓN OMI


Sobre el Caserón histórico de La Carrodilla

Querido Tony:

Complaciendo tu pedido quiero compartir contigo los recuerdos que tengo sobre la Carrodilla.
Yo llegué a Mendoza a primeros de febrero del año 1958 por la Obediencia que me dio el Padre Julio para Cruz de Piedra con el fin de integrar el Equipo Misionero donde estaban los Padres Luciano Antón, Fortunato Alonso y Porfirio Fernández que era el Superior.
La cercanía con la Comunidad de la Carrodilla hacía que nos intercambiáramos, frecuentes visitas para cambiar impresiones, compartir almuerzos y hacer algunos paseos a la Finca Toso de Barrancas donde Don Abraham era el administrador muy amigo de los Oblatos.
El recuerdo que yo tengo de la Carrodilla es que me encontré con una Iglesia remozada por los trabajos del P. Juan José Cincunegui y como contraste un caserón viejo.
En la planta alta, que si mal no recuerdo tenía cinco piezas bastante pobres y desvencijadas, vivían los Padres: Jesús López, Juan José Cincunegui y Pedrito Centurioni que eran los que formaban la Comunidad.
El piso de abajo disponía de una cocina bastante amplia, un comedor más reducido y pasando la escalera había un salón relativamente grande que servía como sala de reuniones y para distracción de los jóvenes que jugaban al ping-pong.
Terminando esta tira de edificación seguía una pieza para los trastos viejos y al lado había un pasillo con salida al patio del sur y que separaba del caserón otra construcción de planta baja con piezas muy altas formando una especie de “ele”
Este ala tenía cuatro piezas: dos “siamesas” de este a oeste y por consiguiente achatadas y dos alargadas con las misma dimensiones de las dos juntas pero de norte a sur y que la primera aparecía como un salón grande y la segunda, que limitaba con la Iglesia era una trastera para almacenar elementos y cosas del culto.
En estos espacios ideó y organizó el Padre Jesús el Museo: En la primera pieza que daba al patio central colocó el famoso “clavicordio” o clavecín del que sonaba una sola tecla, el bastón de Paganini, algunos libros históricos, y otros elementos antiguos.
En la tercera pieza o sea la más alargada puso la Imagen grande de la Virgen de la Merced, algunas sillas históricas y en el fondo bien destacado con un dosel rojo colocó el famoso Cristo de los Indios Huarpe.
Cuando el Padre Pedrito guiaba algún grupo de turistas y les hacía pasar por las distintas dependencias les invitaba a firmar en un libro voluminoso que había y luego les decía
con picardía:“Ustedes que saben escribir, seguramente que también saben leer…” y les mostraba un cartel con letras grandes que decía.”Colabore con la Parroquia”.
Concretado el proyecto de edificar la nueva casa para albergar a los Padres y facilitar el desplazamiento de los Misioneros, esta vieja construcción fue sentenciada a desaparecer con un trozo del caserón que se “desmocho” para seguir la línea de los replanteos hasta donde terminaba la propiedad.
Antes de empezar la obra, los Misioneros de Cruz de Piedra, nos mudamos a la Carrodilla en los primeros días del año 1962, según consta en un articulo que me toco escribir sobre la Carrodilla en la Revista de “Fátima” de España el numero de Julio-Agosto del año1967, dedicado a las Comunidades y trabajos de los Oblatos en Argentina.
Hay otro dato que corrobora esta fecha de nuestra llegada a la Carrodilla: En ese mismo año tuvimos la visita del nuestro Padre General Leo Deschatelets y como a mi, después de diez años de espera, me tocaban las vacaciones a España, estando reunidos en el salón grande, hoy parte de él la despensa que sigue a la escalera, le pedí permiso para visitar Roma y que me ayudara con algunos dólares. Lo primero me lo concedió con la gran sonrisa que le caracterizaba, pero para lo segundo me dijo en francés:”Pas d argent”
Con llegada del Padre Recalde y del P. Chabanon, posiblemente en el 1963, nos pusimos todos manos a la obra y con la dirección del arquitecto catalán de apellido Oltra empezamos a preparar el terreno.
Teníamos tanto “apuro” por empezar las obras que los Padres ayudamos a derribar las paredes constatando el tamaño y la solidez de los adobones con que estaban hechas.
Un día después del almuerzo, andando en ese trabajo los Padres Recalde, Jesús López y el que subscribe, al querer derribar una pared, golpeando con un listón el travesaño que servía de dintel a una puerta, se me cayeron los adobones encima y pude contar el cuento porque Dios es grande y la Virgen de la Carrodilla fue mi protectora. Salí de la polvareda sin anteojos, con la sotana rota y sin el zapato del pie derecho. Pero la saqué barata porque aunque tuve que ir en moto a la sala de primeros auxilios, no se me rompió ningún hueso y solo se me inflamo el empeine del pie derecho.
Tuvo peor suerte un obrero que andaba arreglando el techo del caserón viejo que se llovía y también las paredes, porque se le cayó una de estas encima y para que fraguara el sacro que se le había trizado pasó un mes entero colgado del techo con los pies para arriba.
Con el terreno despejado y realizados los replanteos se empezó la deseada edificación con un albañil llamado Domingo y que era italiano muy asiduo a la Iglesia.
Puestos los cimientos, nos “asustamos” de la cantidad de hierros que se empleaban para las columnas y las vigas como si tuvieran que aguantar un terremoto de más de diez grados o como si tuviera que pasar un tren con locomotora y todo por encima. El arquitecto buscó la seguridad sin ahorrar gastos olvidándose del principio de “buscar la mayor seguridad empleando el menor número de materiales y de gastos posibles”
No recuerdo cuánto tiempo duró la obra, ni cuando se inauguró, ni si se bendijo haciendo una ceremonia especial y alguna fiesta, porque pudo coincidir con mi ausencia por estar predicando alguna misión o novena. Pero según mis cálculos, estrenaríamos la nueva casa en el año 1964.
La distribución de las piezas fue fraterna y amigable: El Padre Pedrito tomó la de abajo entrando a la derecha por su dificultad para subir las escaleras.
Arriba también siguiendo el pasillo a la derecha hasta el fondo, la primera pieza que da al patio central la eligió el Padre Recalde, luego seguía la mía; y del lado del sur se instaló el P. Chabanon Más adelante al lado del baño el P. Juan y en el fondo en la pieza solitaria, el Padre Jesús
Debo consignar el detalle que como para adquirir “el derecho de propiedad cada Padre se encargo de pintar su cuarto con los colores a su gusto.
En cuanto a las piezas del caserón viejo, quedaron desocupadas con toda la historia de los Padres que las habitaron con tanta pobreza y sacrificio.
De ellos ya no queda ninguno: Jesús López, Juan José Cincunegui, Pedrito Centurión, el que está para contarlo y el P. Pablo Chabanon que pasaron a mejor vida.
Quiero consignar el detalle, que con la construcción de la casa y los trabajos pastorales era tanta la actividad de los Padres que el Padre Pedrito lo resumía diciendo con frecuencia: “fervet opus”.
Yo tenía una buena relación con Jesús y como paraba poco en la pieza le solía leer el artículo de la antigua Regla que decía:”…Pedem non eferant nisi juxta de causa…” porque parecía que él lo interpretaba al revés. Y como por el cansancio a veces faltaba a la oración de la mañana se me ocurrió traerle de España en una de mis vacaciones un libro que se titulaba:”Meditaciones para los que no meditan” que le causó mucha gracia.
Todos gozábamos de buena salud y el P. Pedrito que era el más viejo y no lo aparentaba, cuando los turistas le preguntaban la edad, alardeaba diciendo:”Material impostado”
Estos son los recuerdos que tengo de la Carrodilla donde pasé casi veinte años muy felices y donde desfilaron como misioneros una buena parte de la Provincia: los Padres, Chabanon, Felipe, Eutimio, Galiotti, Ursino, Plaza, Nieto formando una Comunidad fraterna y numerosa. El Padre Cincunegui, tenía siempre el gesto de esperarme cuando volvía de una misión para compartir conmigo una cerveza…¡Son gratos recuerdos!

Tony ¿No tienes el Diario del P. Recalde donde se consignan todos estos datos? Como literatura oblata está la Historia del P. Álvaro Vega, la Reseña que hicimos cada casa para la conmemoración de los 50 años en Argentina. También la Revista Fátima del año 1967 de España que tiene en la portada al gaucho Zepeda que trabajaba en el seminario de San Esteban. Yo tengo un escrito sobre la permanencia de los oblatos en Malargüe y otro que se perdió en Córdoba sobre la edificación del salón. Además la historia de la Parroquia de Santa Fe con motivo de las Bodas de Oro y el detalle de los Colegios.
¿No sería lindo que cada casa hiciera la historia de los Padres que vivieron en ella?

Virgen María de la Carrodilla, Madre de Jesús y Madre nuestra muy amada. El Padre Todopoderoso te ha otorgado especial protección sobre campos y viñedos, para preservarlos de las plagas malignas y del furor de las tormentas, que pueden sumirnos en la pobreza y hacernos desconfiar de la Divina Providencia.

Por eso Señora, queremos recordar que Jesús dice: Yo soy la Vid verdadera y mi Padre el viñador. Yo soy la vid y ustedes las ramas. Si alguien permanece en mi y yo en él, produce muchos frutos, pero sin mi no pueden hacer nada.

Tu eres la Patrona de los Viñedos, la Iglesia es el viñedo, la que necesita de tu protección e intercesión, sobre todo cuando somos podados y nuestros sufrimientos nos hacen brotar lágrimas amargas y angustiosas. Pero Tú María; nos recuerdas con tu ejemplo la necesidad de pasar por la purificación del dolor y renovar nuestra savia espiritual para dar nuevos frutos y no secarnos en nuestra soledad o indiferencia.

Ayúdanos a ser como tú, aceptando la voluntad del Padre, buscando la fortaleza en el Hijo y llenándonos con el Amor del Espíritu Santo para vivir auténticamente la Fe, la Esperanza y Caridad. Amén.

LA ORACIÓN DE LA MAYORÍA

Son bastantes los hombres y mujeres que se inician hoy de nuevo en el arte de la meditación y se esfuerzan por recuperar el silencio interior. Numerosos los estudios que nos invitan a descubrir caminos nuevos de contemplación y métodos de concentración y purificación interior.

Es gozoso ver todo este esfuerzo y hay que alentarlo decididamente en nuestras comunidades creyentes. Pero, la inmensa mayoría de los cristianos sencillos no podrán nunca saborear esta oración cuidada, profunda y purificada.

Por eso, es bueno ver que Jesús, para invitarnos a «orar siempre sin desanimarse», pone el ejemplo de una mujer sencilla y en apuros que insiste en su petición hasta lograr con su terquedad lo que desea.

Esta es la enseñanza de Jesús: si permanecéis estrechamente unidos a Dios en la oración, no debéis desesperar en ninguna dificultad, pues no seréis abandonados por vuestro Padre.

Hay una oración vulgar, la única que sabe hacer la gente sencilla en momentos de apuro, y que hemos despreciado demasiado estos últimos años.

Es esa oración, acaso demasiado «interesada» y hasta contaminada de actitudes mágicas. Una oración hecha de fórmulas repetidas con sencillez. Oración llena de distracciones, sin gran hondura ni pretensiones de contemplación.

Esa oración de los momentos de angustia, cuando uno está desbordado por el miedo, la depresión, la soledad o el desengaño. La oración en el fracaso matrimonial o el conflicto doloroso con los hijos. La oración ante la sala de operaciones o junto al moribundo. ¿No deberíamos mirar con más simpatía esta oración modesta, deslucida, poco sublime, que es la oración de los pobres, los angustiados, los ignorantes?

Esa oración que nace desde la conciencia de la propia indignidad. La oración de los que no saben analizarse a sí mismos ni pueden ahondar en nada. La oración de los que no saben hablar ni consigo mismos ni con los demás si no es torpemente y con trabajo. Lo ha dicho J.M. Zunzunegui, en un bello libro: «Es ésta, sin duda, la oración de la mayoría en todas las religiones del mundo, la oración que desata la ternura de Dios y que es, en definitiva, suficiente para la inmensa mayoría de la humanidad».

Esta oración, a veces tan poco valorada, no encuentra problemas para ese Dios que entiende a los pobres y les hará justicia como nadie.

JOSE ANTONIO PAGOLA



Para rezar

Desde lo profundo de la incomprensión,
clamamos a ti, oh Dios.
Con la mirada puesta en las secuelas del odio y la intolerancia,
buscamos tu rostro, Señor.
Desde el dolor por las vidas inocentes que cada día son aniquiladas
por la violencia y la injusticia en sus diversas formas,
venimos a ti, nuestro Señor.
Y esperamos que tu misericordia sea con tus hijos y con tus hijas,
especialmente allí donde los mercaderes de la muerte
han sembrado hoy su cotidiana semilla de horror.
Clamamos por las víctimas de los terrorismos,
los más evidentes y los más sutiles,
que desconocen el valor de la vida que Tú nos regalaste.
Rogamos por aquellas personas cuyo horizonte se ha ensombrecido
como consecuencia de estos actos violentos,
que te desconocen como creador y sustentador de la vida.
Oramos para que la paz y la justicia se abracen y se besen de una vez,
poniendo fin a tanta barbarie y a tanto dolor sin sentido.
Desde lo profundo de nuestra incomprensión
sólo podemos esperar en ti, oh Dios,
confiando y creyendo que, finalmente,
la vida podrá más que la muerte,
el amor más que el odio,
la paz más que la violencia,
la comprensión más que la intolerancia...
Conmovidos por el absurdo,
seguimos esperando que amanezca
el tiempo de la justicia,
el tiempo de la compasión,
el tiempo del encuentro,
el tiempo de la armonía,
el tiempo de la fraternidad,
tu tiempo,
el tiempo del Reino.
Desde lo profundo del alma,
desde un corazón desgarrado,
sólo podemos pedirte, oh Dios,
"Sea tu paz,
bendita y hermanada a la justicia,
que abrace al mundo entero: ten compasión.
Que tu poder,
sustente el testimonio de tu pueblo,
tu Reino venga hoy: Kyrie eleison."



Gerardo Obermann

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